viernes, 29 de noviembre de 2013

Capítulo 1.

Laura era una adolescente, de 16 años. Tenía el pelo negro como el carbón, los ojos azul turquesa y una estatura media. Vivía con su hermana, de 18 años de edad. Su cabello era castaño y sus ojos color miel. Esta, se llamaba Raquel.
Cierto día, Raquel tuvo que ir de viaje a Londres por el trabajo, y dejó a Laura al cargo de la casa durante una semana, lo que tardaría en regresar.
Genial, ahora estaría sola. Lo que menos le gustaba. Cuando se quedaba sola le temía a todo, absolutamente a todo. Desde una araña hasta una pequeña sombra producida por su propio cuerpo, le producía un miedo inimaginable.
Tras comer un poco de la deliciosa lasaña que había preparado su hermana, decidió bajar al desván, el único sitio de la casa donde no sentía terror cuando se quedaba sola, el único sitio donde parecía estar ago más protegida.
Llegó a la profunda oscuridad de aquella habitación y pulsó un viejo botón con la finalidad de alumbrar el lugar y omitir el adjetivo "oscuro" de aquel trastero. 
Después de encender un antiguo reproductor y poner el disco Abbey Road, de The Beatles, se sentó en una vieja butaca algo rota y cogió el libro que estaba leyendo: Harry Potter y el prisionero de Azkaban. Su favorito de la saga, uno de los mejores libros que había leído.
Estuvo unas dos horas leyendo, hasta que su cansada vista no pudo más y tuvo que cesar la lectura, ya que se le juntaban las letras. No sabía que hacer, así que decidió rebuscar entre las cajas de cartón, por si encontraba algo interesante en su interior.
Estaba apunto de darse por vencida, pero algo en la última caja que había abierto la echó para atrás. Sacó el resto del contenido, dejando dentro solamente un libro. Pero no era un libro cualquiera, era un libro en código braille, para invidentes. Un libro que había pertenecido a su madre antes de morir en aquel trágico accidente ferroviario.
Cogió con su temblorosa mano izquierda el objeto mientras una lágrima recorría su mejilla y montones de recuerdos de la mujer que mas quería, aquella que le enseñó que no hace falta ver a alguien para amarlo, se reproducían en su mente.
Abrió con miedo el libro y en la página 7, comenzó a leer comos su madre le había enseñado cuando era pequeña; empezó a leer con el tacto y los ojos cerrados, pronunciando para sí misma las palabras escritas. Decían así: "Un pequeño llanto, un gran sufrimiento; una gran sonrisa, suele ser mentira."
Fue entonces cuando Laura descubrió que era el libro que su madre le había prohibido leer, por lo menos hasta que no estuviese "preparada". Pero la chica nunca había descubierto a que se refería con "preparada", por lo que aún pensaba que no lo estaba. Mo obstante, decidió pasar rápido las hojas, por si encontraba alguna pista. Llegó a la página final, y allí encontró una especie de nota escrita a mano:

                     "Querida hija,
Supongo que tu curiosidad te estará haciendo leer esta carta, y te preguntarás 
para qué sirve. Nunca te dejé leer este libro por una razón: es el libro que me 
dejó ciega.
Y si estoy escribiendo esto es gracias a ti y a tu insistencia porque volviera a 
coger un lápiz durante el tiempo que duró mi ceguera.
Pero vayamos al grano; con el preparada, me refería al día en que yo ya no 
estuviera, cuando yo estuviese muerta.
Ahora que has empezado a leer este libro, no podrás parar hasta llegar al final. Y
no precisamente porque te deje la intriga que suelen provocar los libros normales,
si no porque te adentrarás en un mundo completamente diferente, en una aventura de la que 
solo puedes salir de dos maneras: viva o muerta, y en el mejor caso de la segunda como
yo, con alguna anomalía. Solo puedo decirte que tengas cuidado y que no 
sigas leyendo hasta que entiendas la primera frase del libro. 
Te quiere: tu madre"